Es curioso pensar que las fronteras dividen los países, delimitándolos por la jurisprudencia de un ámbito geográfico. Sin embargo, en los aspectos de la vida cotidiana, cuando dos poblaciones son limítrofes las costumbres son muy similares y los vecinos de ambas partes tienen los mismos vínculos que cualquier otros dos municipios dentro de un mismo país.
Y esto le sucede a Moveros, Brandilanes o Castro de Alcañices. Tan cerca de la «raya» entre España con Portugal, que con 5 minutos puedes pasar de tomar un café en un país a tomártelo en otro. Sin duda, una situación social chocante para nuestro viajero, acostumbrado a la capital y rodeado de más tierra española allá por donde mire.
David se detiene en Moveros, donde descubre la tradición alfarera trasladada de padres a hijos durante generaciones. Una herencia que conoció anteriormente en su paso por Sayago y que en su visita de hoy le hace descubrir la diversidad de útiles, aquí denominados «cacharros», que se comercializan en la zona.
Unos cientos de metros más allá del municipio y en la misma frontera, se encuentra el «Alto de la Luz» donde se celebra una romería internacional muy reconocida por los habitantes de muchas poblaciones en ambos países.
El lugar cuenta con una pequeña, pero decorosa ermita, cuya patrona es la «Virgen de la Luz» y hasta la cual, los vecinos de Constantim (Portugal), realizan una procesión para dejar durante una noche a la Virgen que han traído. En paralelo al acto religioso, las familias visitantes pueden disfrutar de un día de campo en las praderas colindantes donde poder comprar en multitud de puestos, productos de España y también de Portugal.
Nuestro urbanita madrileño, disfruta de la gastronomía y la artesanía «castellano-lusa» en compañía de los cientos de visitantes que se reúnen para pasar el fin de semana. Donde conoce a varias personas que le ayudan a comprender mejor la fiesta y su historia. Una historia llena de contrabando y riesgos.
Comer para vivir y vivir para disfrutar de tan rica vianda, hace que David decida «rutear» hasta las próximas localidades portuguesas de Ifanes y Paradela para regresar por Castro de Alcañices y conocer de primera mano la última presa que retiene al agua del Duero antes de entrar en el país vecino.